viernes, 19 de noviembre de 2010

La Odisea - Homero

No antes de que nuestro viaje a Turquía dejara de ser un proyecto y pasara a tomar cuerpo y forma en el calendario, conseguí ubicar a Troya en el mapa. Desde ese momento y a pesar de no ser uno de los lugares más visitados de ese país, entró en nuestros planes y a ilustrar su visita le dedicamos al menos tanto tiempo como a la propia Estambul.

Algo tiene Troya que la hace fascinante. Como buen mito, su historia se mantiene viva, aunque difusa en la memoria colectiva. Todo el mundo conoce la treta del caballo de madera y quien no ha oído hablar de Ulises, Aquiles, Helena de Troya o Agamenón... aunque de ellos a penas permanezca algo más que sus nombres. Es curioso, que incluso contemos con expresiones populares que permanecen en el acervo, sin que la mayoría sepamos exactamente que proceden del ámbito maravilloso de la Iliada o la Odisea: Ejemplos como "Va a arder Troya" o "El talón de Aquiles" no resultan desconocidos a casi nadie. Pero no son muchos los que acuden a ellas sabiendo exactamente de donde procede la metáfora que están utilizando... o quizás sí y yo soy sólo, como diría mi actual jefe en nuestras conversaciones sobre los clásicos, una víctima más de la LOGSE.

En el proceso de ambientación de aquel viaje vimos la peli de Troya (sí, la de Brad Pit), varios documentales y finalmente llegó a mis manos la Iliada uno de esos libros de la biblioteca de mi padre que jamás pensé que yo fuera a acabar leyendo y que me abrió las puertas a un mundo antigüo, maravilloso y lleno de misterios.Homero

Aquel libro, que disfruté enormemente me dio paso a este otro que es motivo de esta entrada.

La Iliada y la Odisea, las principales epopeyas griegas, son obra, o al menos son atribuidas (porque hasta en esto hay todo tipo de teorías) a un aedo (cantor épico) griego llamado Homero, presumiblemente nacido en Esmirna o Quíos ( en la actual Turquía) entre los siglos IX y VIII a.C.

En la anterior entrada, refiriéndonos a la novela "París en el siglo XX" de J. Verne hablábamos de un libro con historia que además contaba una historia... pues bien, multipliquemos lo dicho exponencialmente para hablar de la Iliada y de la Odisea... pues desde el siglo VI a.C. obras y autor han sido objeto de apasionado estudio por los eruditos de cada época. Aristóteles, Horacio, Quintiliano, Séneca, Cicerón, Petrarca, Milton, Goethe, son sólo algunos de sus admiradores. Lo que sí sabemos, es que el texto que hoy podemos leer, con las diferencias lógicas por las distintas traducciones, es casi exactamente el original, que fue definitivamente fijado y depurado en el siglo II a. de J.C. "posiblemente" por los bibliotecarios de Alejandría Aristarco y Calímaco. Respecto a lo anterior, es de reseñar, que ambas epopeyas fueron creadas probablemente antes de la introducción del alfabeto en Grecia y que en sus primeros siglos de existencia fue difundida por transmisión oral... de ahí que al transquibirlas las pequeñas divergencias encontradas fueran depuradas en la Biblioteca de Alejandría.

Hay mucho más que contar sobre Homero, su época, sus obras y la época a la que hacen referencia, pero aquí no andaré más en ese camino, pues quiero finalizar esta entrada tratando a la Odisea como una obra ajena a toda circunstancia colateral. Nos centraremos sin más en lo que está escrito negro sobre blaIsla de Ítacanco.

La Odisea nos cuenta la vuelta de Odiseo o Ulises (según la versión latina de su nombre) a su reino en Ítaca tras vencer y arrasar la ciudad de Troya. Este retorno, para el que hubieran bastado unas pocas jornadas de navegación se dilata 10 años, como consecuencia de la ira de Poseidón por haber dejado ciego a su hijo, el cíclope Polifemo. Se trata de un retorno lleno de incidencias y aventuras trepidantes a lo largo y ancho del Mar Mediterráneo, en las que para salir indemne, ha de usar su astucia y valor. De su parte cuenta en esta empresa con la asistencia de Atenea, la diosa ojizarca que se convertirá en su ángel guardian.

Una vez en ítaca, un último obstáculo complica la vuelta a su hogar, Penépole, su esposa, se encuentra asediada por toda una pléyade de pretendientes que desean a la vez su mano y el trono del desaparecido rey ausente de Ítaca desde hace veinte años.

Ulises además de ser astuto y poseer un corazón valeroso también sabe usar la fuerza, recurso al que acude de manera sorprendentemente cruel en Ítaca al deshacerse de los pretendientes de Penélope y de aquellos que les mostraron connivencia .

"Por el patio, pasado el umbral, a Melantio traían: con el bronce cruel le cortaron narices y orejas, le arrancaron sus partes después, arrojáronlas crudas a los perros y, al fin, amputáronle piernas y brazos con encono insaciable"

La edición de la Odisea de la que dispongo, de la editorial Gredos, incluye la traducción de J.M. Pabón y la revisión de C. García Gual además de una introducción a cargo de este último y un muy útil índice onomástico al que podemos acudir cuando necesitamos aclaraciones sobre algún personaje. Esta edición de tapa dura y papel de calidad, está siendo publicada y distribuida en los quioscos de prensa como parte de una colección de clásicos grecolatinos.

El texto original era en verso, mantener la rima original es imposible pero éste, en prosa, se ciñe linea a línea al original lo que se traduce en una obra que utiliza un lenguaje culto y adaptado, que no leeremos tan rápido como una novela actual, pero al que nos adaptaremos fácilmente y que nos encadilará por su belleza.

Recomiendo la Odisea no por su enorme valor literario ni por la importancia que junto con la Iliada ha tenido en la literatura europea de todos los tiempos, sino porque se trata de una historia llena de belleza, un argumento casi novelesco como dice C. García Gual, que nos enganchará de principio a fin.

Al contrario que la Iliada, de mayor riqueza literaria pero mucho más estática, la Odisea es una obra trepidante, llena de acción con un argumento atemporal que veo difícil que no le guste a la mayoría de los que se atrevan a vencer la absurda barrera, que por desconocimiento, nos separa de clásicos grecolatinos como éste por quizás tenerlos etiquetados como de difícil lectura o de argumento aburrido. Al menos, en este caso, nada que ver con la realidad.


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Otra bibliografía además de la reseñada:

  • Volumen 3 de "Historia Universal" - Los primeros griegos - de la editorial Salvat - El País
  • Wikipedia

viernes, 8 de octubre de 2010

Encadenando libros... París en el Siglo XX - Julio Verne.

Un trayecto diario de Metro sin transbordos da para mucho si se tiene una mínima afición a la lectura. Desde que trabajo en la zona de El Carmen poco a poco he ido rescatando una vieja pasión lectora que no ha dejado de coger músculo en los últimos meses. Así que, efectivamente estoy leyendo mucho ultimamente y de lo más heterogéneo imaginable... Clásicos griegos, libros de aventuras/vivencias montañeras, autores japoneses, americanos, cuentos en inglés... y finalmente, después de pisar terrenos totalmente nuevos y seductores, y tras una ausencia de más de quince años, vuelve a caer en mis manos un libro de Julio Verne y éste es el que me trae de nuevo a este blog, siempre bajo la amenaza de cierre por derribo.

El título del libro en cuestión es "París Siglo XX" y se trata de un libro con historia, además de ser un libro que cuenta una historia.

Resumiendo un poco, y usando como única fuente el prefacio y prólogo de la edición Española de RBA y la página web reseñada más abajo; Julio Verne escribió está obra probablemente hacia 1863 justo después de alcanzar el éxito con "Cinco semanas en globo". Sin embargo, su editor, Pierre-Jules Hetzel, defraudado por la misma, rechaza su publicación y desanima a Verne a emprender cualquier esfuerzo en ese sentido. Los motivos de dicho rechazo van desde la calidad literaria del manuscrito hasta la ridiculización de sus profecías futuristas "que nadie iba a creer" y "que a nadie iban a interesar".

Verne siguió los consejos de su editor y, si bien a su muerte la existencia de dicha obra estaba bien documentada, se la tenía por desaparecida y así se mantuvo hasta que Jean Verne tataranieto del autor la encuentra en 1989 en la caja fuerte de Michel Verne (hijo de J. Verne) que se creía vacía y cuyas llaves se habían perdido (http://www.jverne.net/articulos/paris_manuscrito.htm), .

Con estas premisas, el mero sostenimiento del libro en las manos transmite una emoción especial pues no sólo estas leyendo un libro de uno de los más significativos autores de novelas de aventuras, es que además, su lectura es una aventura en si misma.

No he leído tanto como para juzgar un libro así, pero los periodistas frustrados somos osados y haré mi propia valoración... Al fin y al cabo nadie me paga y practicamente casi nadie me lee y eso me hace absolutamente libre:

El libro es como una montaña rusa: sube y baja de calidad literaria y en el interés de la trama, se nota que hay un escritor importante detrás, pero es como si aun no consiguiera dominar todo su talento y sin embargo es Verne, el gran Julio Verne en toda su dimensión. En el libro hay grandes frases, pasajes gloriosos y un argumento con altibajos que se desmorona definitivamente al final. Lo que está ahí al ciento por ciento es el "Universo Verne" construido sobre su genial capacidad de extrapolar los avances técnicos de su época a lo que serán 100 años más tarde y... acierta en casi todo. Es brutal su capacidad en este sentido. Brutal e inigualable... Es Verne y punto.

He visto en otros blogs frases resaltadas de esta obra, yo destacaré otras que me gustan por el fondo y por el estilo:

Una criatura encantadora, sin rival en el mundo entero; reunía
en ella los vicios más perfectos y las más viciosas perfecciones,era mujer en toda la acepción del término [...]

- Bueno - Dijo Michel-, ¿y qué opinas del matrimonio?
-Nada bueno.
-¿Nada más?
-Que me inclino más por el matrimonio de los demás que por el mío

- Se atendía a lo que decía Sancho: un consejo de mujer no vale mucho, pero hay que estar loco para no escucharlo[...]

- ¡Es como para creer realmente que la palabra
"candidato" proviene de la palabra "cándido"!
¿Cómo van las humanidades?
-Las humanidades se van - respondió el viejo profesor-[...]


La Trama

Estamos en París en el año 1960. En esta época, futurista desde el punto de vista de 1863, la técnica y la ciencia lo copan todo. La sociedad se ha deshumanizado y cada individuo no es más que un engranaje más dentro de la maquinaria productiva... En este contexto no hay tiempo para aquello que no es medible o útil desde el punto de vista comercial... Las artes son reliquias del pasado y los artistas parias a extinguir.


Michel Dufrénoy, el protagonista de esta historia es, en efecto, un desgraciado muchacho condenado a una mísera vida por no saber refrenar sus instintos poéticos.
El argumento gira entrono a su persona, de como a poco el artista que hay dentro de Michel va ganando el pulso al sobrino de Stanislas Boutardin, banquero y director de la Socidad de las Catacumbas de París y de la fuerza motriz a domicilio... Las relaciones que estrecha con otros personajes con los que siente afinidad le acompañaran en este camino...


...Y no digo más, que si alguien quiere saber en que deriva todo esto ahora lo tiene fácil, pues RBA está sacando vía kiosko gran parte de la obra de Verne y este viene de regalo junto a otro ¿Hacen falta más excusas?.


A modo de conclusión, a mí me ha encantado leerlo aunque no he acabado totalmente encantado con lo que he leído. Es un libro especial y eso se capta desde la primera hoja hasta la última. Recomiendo "París en el siglo XX" a todos aquellos que han disfrutado con las novelas de Verne en algún momento de su vida. Para aquellos que simplemente busquen una buena historia este no es el mejor libro.

jueves, 5 de agosto de 2010

Mark Knopfler - Las Ventas julio 2010

El otro día fuimos al concierto de Mark Knopfler en Las Ventas... Desde donde estábamos sentados en la andanada, esto es lo que veíamos en el escenario, que podía ser Knopfler o el fantasma de mi abuelo... Debe ser, que con los 40 euros que costaba la entrada más barata, no daba para alquilar unas míseras pantallas de video.
lo del centro, se supone que es Mark Knopfler La falta de ayudas visuales y lo básico de la puesta en escena, ha llevado a algunos críticos a calificar el evento como "Concierto Intimista"... se ve que les gustaba la palabra y no se molestaron en cuadrarla con su significado.

Una actuación intimista es, en efecto, la que se desarrolla sin más ayudas técnicas que las estrictamente necesarias,y sin más puesta en escena que los músicos sobre el escenario, pero no en una plaza de toros, sino en una sala pequeña para un público reducido...

El sonido en la andanada, era igual que la imagen de la foto, muy turbio. Knopfler estaba chungo de la espalda y tocó sentado, lo cual ayudo también a lastrar el espectáculo y que no se produjera el milagro habitual del rejuvenecimiento de los grandes músicos sobre el escenario..

Con todo, si hubiera tenido espacio para apoyar los pies en el suelo, si hubiera podido tener un mínimo espacio vital para apoyar el culo y estirar la espalda, hubiera intentado disfrutar del concierto de un tipo que dejó su impronta en la música cuando lideraba su banda "Dire Straits", elaborando sus canciones de una manera tan personal, tan trabajada, que marcó a unas cuantas generaciones que ahora superamos con creces los 30 años.

Supongo que los que estuvieron en la arena no padecieron el sonido a lata que nos tocó a nosotros, supongo que estuvieron lo suficientemente cerca de la banda, como para dejar que la música les atrapase como se supone que debe hacer en un directo... y digo supongo, porque a ellos les tocó ver a la banda sentados, a una prudente distancia del escenario... en lo que para mí no es más que otra paradoja, que esta vez no me tocó sufrir.
Como conclusión, más que reengancharme a la música de un tipo que fue un referente para mí, lo que he conseguido es que nuestros caminos se separen en la misma dirección que él tomo deDire Strait hace ya unos cuantos años.

Menos mal que siempre nos quedará el Alchemy.

lunes, 2 de marzo de 2009

Sin Oxígeno - Peripecias en los Himalayas (Greg Child)

Me fastidia no recordar como llegó a mi este libro, me fastidia porque fue un regalo de cuando aun vivía en Soto del Real y podría ser un regalo de María. El hecho es que no estoy seguro de quien puso el cariño necesario para que acabara en mis manos y que lleva conmigo ya un tiempo. Esta es la segunda lectura que dedico.

Como se puede leer en la Wikipedia:

Greg Child es un montañero, escritor y director de cine australiano (1957).

Nació el 4 de diciembre de 1957. Child es una escritor de la revista Outside y ha escrito varios libros "Aire fino: Encuentros en el Himalaya" (en la versión en "español de España", -Sin Oxígeno, Peripecias en los Himalayas-), "Emociones mezcladas: Escritos de montañismo de Greg Child", "Postales desde la cornisa", "Sobre el precipicio" y "Escalando libremente" -en España FreeClimber- (junto a Lynn Hill). En 1987, Child fue galardonado con el premio literario del "Club Alpino Americano" por los muchos libros escritos sobre montañismo.

Esta burda definición, escrita por un ser trastornado (Mola lo de que le dieron un premio "por los muchos libros escritos sobre montañismo") quiere presentarnos al autor del libro que procedo a criticar.

De entrada, la traducción del libro es bastante "libre", el título oríginal "Thin air. Encounters in the Himalayas" no se traduce precisamente como "Sin Oxígeno. Peripecias en los Himalayas" sino precisamente como dice la Wikipedia "Aire delgado/fino. Encuentros en los Himalayas". Traduciendo así el título da miedo pensar lo que han hecho con el texto.

Dejando aun lado la exactitud de la traducción, lo cierto es que la obra que aquí presento alcanza un buen nivel literario. Como dice Jeff Long en la contraportada, muchos tendrían que plantearse si son escaladores que escriben o escritores que escalan. Greg Child no tiene ese problema ya que alcanza un buen nivel en ambas actividades.

En este libro, Child nos relata de manera autobiográfica, en un estilo llano no exento de humor pero también crudo y de alta intensidad emotiva, tres de las expediciones al Himalaya en las que participó. Expediciones que se suceden entre los años 1981 y 1986 y que el escritor transforma en historias interesantes, no solo por las cimas que conquistaron, hecho que por si solo constituiría una poco original sucesión de autoalavanzas infumables, sino por las personas con las que se relacionó durante las mismas y como interactuó con ellas. Además Child es un tipo normal, casi cercano y de esa manera, relata sus vivencias de un modo, que podría parecerse a como podrías imaginar que las vivirías tú de estar en su pellejo

De todos las personas/personajes con los que se va tropezando o compartiendo camino, sin duda resalta la figura de Don Whillans, ese abuelete sabio, gruñón y borrachín, antigüo alpinista de élite y, en esa época, en el ocaso de su carrera. El Whillans que conoce Greg Child dota de humanidad las dos primeras expediciones relatadas. Su sublime genialidad a la hora de concentrar su sabiduría en cortas respuestas rápidas o comentarios al vuelo, siempre desata la sonrisa y la aquiescencia del lector... Greg Child conoce el peso de su personalidad y no ahorra páginas referidas al anecdotario Whillans. Dichas páginas, lejos de hacerse pesadas, puede que sean las que dejen un poso más duradero en la memoria, cuando el tiempo empiece a borrar detalle a detalle, el contenido básico de la obra.

La tragedia del K2, donde en 1986 fallecieron varios alpinistas en distintas tentativas de cumbre, coge a Child muy cerca, en el Gasherbrum IV, pero al mismo tiempo, lo suficientemente lejos como para contarla con la suficiente asepsia y concisión... Es un capítulo corto, casi al final, pero de una intensidad periodística tan simple y compleja como la muerte... y también como la vida. Vida y Muerte son las dos caras de la misma moneda cuando se habla del Alpinismo que practica Greg Child.

La ilusión por la aventura, la escalada, los alpinistas, la muerte del compañero, del amigo,los distintos roles dentro de una expedición. El contexto histórico de los pueblos con los que se cruzan... y la visión literaria con que las plasma el autor, convierten a mi criterio, a este libro en un buen libro. Bien escrito, con un ritmo constante, sin caer en rimbombancias y exento de florituras... un libro de viajes montañeros por las montañas más altas del mundo. Un libro que no enamora pero que si encariña, que arranca sonrisas, perplejidad y tristeza, un libro que nos hará pasar un buen rato.


Valoración global: 6


miércoles, 18 de febrero de 2009

Se Vende

Ocasión. Muy pocos Kilómetros. Perfecto de Chapa y de motor. Siempre en garaje.






miércoles, 4 de febrero de 2009

Los conquistadores de lo inútil

Hace unos días sentí la necesidad de volver a leer este libro. En su día, lo devoré tan rápido, que apenas me dejó poso... En realidad, en mi memoria solo permaneció una impresión: que estába por debajo de la fama que arrastra su título.

De aquella primera lectura han pasado ya algunos años y tras zambullirme en otro tipo de literatura, tenía ganas de volver a coger un libro de aventuras montañeras y, por qué no, de dar una nueva oportunidad a la obra de Lionel Terray.

La edición que tengo en mis manos, primera edición íntegra en español, no ayuda a una lectura prolongada. Los chicos de Desnivel, no han sido nada generosos con esta obra trascendental en la literatura alpina: La tipografía no puede ser más pequeña y el color negro de la tinta es algo mortecino, tampoco se derrocha en espacio entre líneas, párrafos o márgenes. Con un poco más de "cariño" se hubiera conseguido una obra algo más amplia en volumen pero de mucho más fácil lectura.

Lionel Terray fue un mítico escalador francés que vivió entre 1921 y 1965, que compartió una época gloriosa del alpinismo mundial con otros "desconocidos" como Gastón Rebuffat, Louis Lachenal y Maurice Herzog. Este hombre, casi desde que tuvo uso de razón, empezó a subirse por las piedras y, cuando su padre quiso poner freno a tan poco productiva pasión, resultó ser demasiado tarde.

Terray tiene un currículum montañero impresionante, pero lo más sorprendente es, que a pesar de estar casado, nunca bajó el nivel de exposición, hasta que la muerte le sorprendió inexplicablemente "en un fácil terreno de ensamble de III grado" en el macizo de Vercors, junto a su ciudad natal. Tenía 44 años.

"Los conquistadores de lo inútil" es la obra autobiográfica de este alpinista fuera de serie y, en ella nos cuenta, desde sus primeros pasos en la montaña, hasta julio de 1961, poco después de que se le encargué la dirección de la primera expedición francesa al Jannu.

El libro sufre de altibajos en su ritmo narrativo, si bien, nunca llega a desenganchar de su lectura. Entre los pasajes más intensos, sin duda se lleva la palma la segunda ascensión al Eiger... literalmente devoras las hojas y casi hasta sientes frío... Especialmente cuando Lachenal se ve obligado a vivaquear con toda la ropa empapada... También, he llegado a sentir desesperación, cuando exhaustos y locos por terminar el descenso tardan en encontrar la ruta adecuada... La expedición y conquista del Annapurna, primer 8000 hoyado por el hombre, es para mí, el otro momentos álgido del libro así como trascendental en las vidas de Terray y Louis Lachenal su amigo y habitual compañero cordada. (en la foto en brazos de Terray a su regreso de la expedición)

Un aspecto que llega a resultar "cargante" es el hecho de que Terray no deja de ensalzarse a si mismo durante todas sus peripecias... la cosa va de lo disimulado a lo chocante... Bien es cierto, que sin una gran convicción en uno mismo, nadie hubiera podido protagonizar tan grandes hazañas como las que él emprendió... pero tanta autocomplacencia, aunque quizás justificada, llega a agotar. No lo hace en su auto-presentación, nada más abrir el libro, de hecho, me encanta:
"Nacido al pie de los Alpes, antiguo campeón de esquí, guia profesional, alpinista de grandes courses y miembro de ocho expediciones a los Andes y al Himalaya, he consagrado toda mi vida a la montaña, y soy, si esta plabra tiene algún sentido, un montañero"

También resulta chocante su visión de Gastón Rebuffat... después de múltiples referencias no se si eran amigos, enemigos o si Terray sufría de celos. Lo cierto es, que pasan de escalar juntos a no hacerlo, sin que se explique una razón... A partir de ese momento cualquier referencia positiva a Rebuffat va acompañada de un comentario despectivo que le rebaja en sus méritos.

Otra relación curiosa, es la que mantiene con su mujer... o más bien la que no mantiene, pues Terray hace lo que le sale de los cojones y parece que se pasa por su casa solo para que no se olviden de su cara... Tampoco habla de hijos, ni de su vida en familia... más allá de un corto periodo de tiempo en el que ejerce de granjero, al poco de casarse.

Hay fragmentos que literariamente y, para aquellos que nos gusta la montaña, rozan lo excelente, uno de ellos es cuando narra la muerte de Lachenal

"Pero el destino no quiso que él, que había consagrado su vida a la montaña terminara sus días mediocremente, pisando el suelo de los demás hombres. Una mañana de otoño en la que soplaba un aire fresco y el sol lucía intensamente, se sintió atraído por el viento de las cimas. Como en los grandes días, dejó atrás a los seres y las cosas y, con un amigo al que arrancó a la fuerza de las cálidas sábanas, subió a lo alto. Cuando, encontrándose en un glaciar en el que cada año se deslizan miles de esquiadores, se abandonó a la borrachera de bailar sobre la nieve envuelto en brillantes torbellinos de polvo blanco, se abrieron los labios de una grieta oculta. En un instante, aquel hombre que parecía invulnerable por haber desafiado impunemente a la muerte, ya no era más que una masa de carne y huesos, una masa inerte y rota"

En conclusión, se trata de una obra imprescindible para los que amamos la montaña y admiremos el alpinismo que el practicó. Terray nos cuenta como vivió su vida y como era él. La narración, a veces no mantiene la misma intensidad y sobre todo al final decae un poco. Terray se retrata a si mismo y a sus compañeros de generación, sin cortarse un pelo, ni ahorrarse un adjetivo... Igual que encaró las cimas que conquistó y vivió la vida que vivió. Los Conquistadores de lo inútil no es una obra maestra del género literario montañero, pero es un buen libro y es una gran ventana al alma de un hombre valiente, el alpinista más prolífico de su generación y uno de los más grandes de todos los tiempos.

Si os interesa Lionel Terray, entonces visitad este blog, no os arrepentiréis: http://maraton.blogspot.com/2008/05/lionel-terray-o-la-conquista-de-lo.html

jueves, 18 de septiembre de 2008

Escaladores en Cuenca un día lluvioso.

_Hola ¿qué dice la previsión?
_Qué el sábado es bastante probable que llueva y que el domingo lucirá el sol
_¿Vamos?
_¡Pues Claro!
_¡Yupi!
-¡Yupi!

y tras está sesuda deliberación un lluvioso sábado por la mañana nos subimos en el "Pollito" arribando a nuestra querida Cuenca dos horas más tarde con algunas diferencias en un guión que por habitual ya interpretábamos de carrerilla.

- Yo no he visto la Ciudad Encantada
- Y yo no he visto el Museo de Arte Abstracto Español

Entre Cuenca city y la "Ciudad Encantada" hay, a ojo de buen cubero, unos 30 Kms. Durante su trayecto el día se mostró neblinoso, frío... otoñal, el verano daba sus primeros síntomas de agotamiento y parecía haberse tomado libre el fin de semana...

De camino paramos en el "Ventano del Diablo", un espectacular mirador al que se llega tras un paseito de 5 minutos. Literalmente transcribo esto que he encontrado por la red:

"Famoso mirador que Lucifer tiene en los montes de Castilla: el Ventano del Diablo de la sierra de Cuenca, una peña hueca y abovedada como un enorme cráneo, donde, según la conseja, Belcebú organizaba saraos brujeriles y defenestraba a los curiosos que se acercaban a mirar por sus dos ventanas abiertas al patio vertiginoso del Júcar."...

Sin comentarios. Lo cierto es que las vistas sobre el cañón del Jucar son espectáculares y que el lugar merece una visita. Desde la esplanada que sirve de parking existe un acceso al fondo del barranco por el que vimos bajar a varios grupos con la intención de hacer su descenso. Igualmente eran muy visibles algunas pozas de aguas turquesa en las que quizás, el próximo verano, nos demos el gusto de regalarnos un baño.
A la Ciudad Encantada llegamos poco después, el día era neblinoso, ya no llovía y envolvía todo en una atmósfera misteriosa... Quizás la más apropiada para darse un paseo por el parque. La entrada son casi 3 euros, y como Gema y yo pecamos de austeros, nos lo pensamos un poco, finalmente aflojamos la pasta y no nos arrepentimos. A penas había nadie, la bruma no era tan espesa como para no apreciar las caprichosas formas que la erosión ha ido tallando en la roca caliza a lo largo de los años y la temperatura era agradable si permanecíamos en movimiento... No nos arrepentimos de haber ido, de estar allí... Sí, de ser tan tacaños por no haber invertido en una cámara de fotos y de no poder inmortalizarnos ese día, en ese lugar en ese momento de nuestras vidas.

Aprovechamos la visera de un hongo para dormir una placida siesta guarecidos del chirimiri que aveces nos regalaban las nubes... dormimos poco pero de manera muy profunda y retornamos a Cuenca.



La siguiente parada, fue el Museo de Arte Abstracto Español, este museo inaugurado el 1 de julio de 1966, está instalado en las Casas Colgadas de Cuenca -propiedad del Ayuntamiento de la ciudad- y a cargo de la Fundación Juan March, en un emplazamiento que lo hace quizás único en el mundo de los museos de arte. Desde su nacimiento, se le consideró por el fundador del célebre MoMA de Nueva York “el museo pequeño más bello del mundo”.

Gema ya lo conocía de una visita anterior, y si yo estaba allí con ella, era porque dejó huella en sus retinas... La verdad es que me gustó ir, el museo está dispuesto con gusto y algunas de las obras son merecedoras de el marco en el que se muestran... otras... ya se sabe, a criterio de cada cual. Siempre cabe aquello de decir que como no entiendo de arte... aunque ¿El arte hace falta entenderlo?

Con todo, lo que si es auténtico Arte, son las calles de la Cuenca antigua, cada rincón es digno de una postal, cada calle una delicia pasearla... El último sol de la tarde lucía como si nunca se hubiera ausentado y, con la certeza de un domingo de estabilidad atmosférica, nos retiramos al bosquecillo de la carretera de Valdecabras, donde tras montar la tienda cenamos y nos dispusimos a acumular toda la energía posible para despilfarrarla escalando en la infinita oferta rocosa que regala esta ciudad.